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Actual yogavision. |
Como éste es un blog en el que
Pero divago.
Aquí les presento
1. Los beneficios físicos obvios: todo el mundo recomienda practicar yoga, y hay estilos tan distintos como personas que lo practican. Está el Bikram, que se practica en salas calientes para eliminar toxinas por medio de la transpiración, el Kundalini, un estilo de yoga más espiritual y devocional, Hatha, la base de los demás estilos físicos, y así un montón y sus infinitas combinaciones. Mejora la flexibilidad, aumenta la resistencia isométrica, y hace que uno sea mucho más consciente su postura y respiración.
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Ekapada raja... olvídalo. 3 meses después, mis caderas sí tocan el suelo. |
2. La sensación de asumir un desafío y después otro, y otro, y otro... Yoga me enseñó que las cosas se hacen día a día y paso a paso. No se puede conquistar una postura compleja sin antes comprender para qué están las simples. Todavía me acuerdo la felicidad que sentí cuando por fin me salió Eka Pada Rajakapotasana (ver foto) después de verla tantas veces en Instagram. Ahora es una de mis favoritas!
3. Conocer una espiritualidad distinta. Ésta ya es un terreno más personal. Uno puede practicar yoga sólo por los beneficios físicos, pero en mi caso el comprender cómo fluyen las energías, cómo se conectan los seres humanos entre ellos y con lo que es divino, me trajo una nueva manera de conectarme con mi propia esencia espiritual. Además, cuando uno entiende el por qué de las posturas, el significado de los mantras, y lo sagrado de la práctica más allá del ejercicio, empieza a tomar conciencia de verdad de las cosas, es como que se siente todo medio distinto. No digo que te vayas a hacer vegano mágicamente, pero las perspectivas se amplían.
4. Conocer un montón de gente! Es que, soy lo que se consideraría "invasivamente sociable". Aprovecho cualquier oportunidad para meterle conversa a cualquiera, y me cuesta poco agarrarle cariño a las caras que veo tan seguido como mis compañeros de práctica. No es que todos seamos súper amiguis, pero se forma una cordialidad súper rica y después de un tiempo ya hay afinidades bien formadas y que pueden traspasar las paredes del mismo yoga studio (un saludo para el Naldo!). Por otro lado, cuando llegué me sentí bienvenida al tiro, te preguntan si te gustó la clase o si probaste alguna otra antes. Siento que debería retribuir eso haciendo lo mismo con quienes sean nuevos.
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shúper naturals |
5. Sentirse como en casa; no, en serio. Es parecida la sensación a llegar a la casa o cuando uno iba al colegio y estaba siempre en la misma sala. Llegar, sacarse los zapatos, ubicarse en la sala y desenrollar el mat. Y estás otra vez donde debes estar, "tu puesto". Y encima la sala se va llenando con las caras de siempre (y los nuevos), y llega el instructor o instructora, y es como que siempre hubiera sido de esa manera.
6. Descubrir de lo que uno es capaz, va ligado con el punto 2, igual, físicamente por ejemplo en el sentido de que después de algunas clases, siempre que lograba una postura nueva quedaba como "Yo no sabía que podía hacer esto!" y esa sensación, es preciosa. Uno aprende a no hacer cosas innecesarias como ajustar la ropa, o a estar perfectamente inmóvil y en paz durante más de 5 minutos (pero pucha que cuesta al principio). Y clase a clase se es más consciente de que el cuerpo y la mente son perfectamente capaces de lo que uno quiera.
7. Ser consciente del entorno, de los demás, de uno mismo. No sólo cantar el mantra, si no empezar a sentir la energía de los demás alrededor cantándolo. Uno toma consciencia del espacio (físico o no, para no ponernos tan holísticos) que ocupa. De cómo se mueve. De cómo responde el cuerpo a tales o cuáles cosas y cómo empiezas a conectar con el entorno. Hasta la manera de expresar los afectos cambia. Es una práctica muy de autoconocimiento, en ese sentido.
8. Siempre hay más! Después de un tiempo, empecé a cuestionarme si había algo más allá del Hatha o de la práctica de cualquier estilo así como la conocía... y resulta que No. Me enteré que el segundo semestre empezaban a admitir a quienes "estuvieran listos" (se la pudieran? cumplieran un ciclo? estuvieran más cerca del Nirvana...?) a las clases de nivel II. Que ya es hablar palabras mayores porque es parte del curso de instructor... y digamos, harto más exigente que el nivel uno así nomás. El Shanti Mantra se recita completo, por ejemplo, y las clases duran dos horas y cuarto en vez de una y media. Y las posturas se sostienen lo que parece una eternidad (mientras el profe cuenta una historia sobre la misma, por ejemplo). No sólo se siente uno realizado, si no que se da cuenta de que existe un nuevo nivel de compromiso y algo nuevo que conquistar.
9. Ser bacán en Instagram: junto con que siempre hay una manera de ir más profundo, es que siempre hay más por hacer yóguicamente! ¿Conoce el hashtag #acroyoga? Se lo presento. Resulta que buscando cosas relacionadas al yoga me topé con @acroyogaaddicts, un mundo nuevo y desconocido de esta práctica más cercana a lo acrobático, de dos o más personas, y ahí ya aluciné. Dije Quiero. Esto. Ahora. y un buen día me topé en facebook con un evento donde enseñaban por luca los fines de semana, generalmente en el Parque Bicentenario (si quieres unirte también, click aquí! todos invitados). Y juro que es una de las mejores cosas que he descubierto hasta ahora. Aparte los chicos que participan son un amor. :)
10. Te potencia en otras disciplinas. Como mejora la conciencia corporal, la elongación, el equilibrio y una serie de cosas... en mi caso, siendo adicta a la gimnasia aeróbica, el aerobox y el crossfit (cuando podía y tenía tiempo), yoga me mantenía los músculos elásticos, sabía cómo tratar mi cuerpo sin sobreexigirlo, y lo mejor: me balanceaba la agresividad latente con la que uno queda después, con su cuota de calma y relajación. Además de sacarme los nudos, porque pucha que es exigente la profe de gimnasia.
11. Se vuelve adictivo. Y no, es en serio. Desde la primera sesión (a la que fui completamente a la vida) mi cuerpo y mi mente gritaban más más más! No podía esperar a la siguiente clase. Me dejaba tan bien por dentro y por fuera, que es imposible dejarlo cuando uno ya encontró su estudio. -OJO: como ya mencioné, exusten un montón de escuelas/studios y no cualquiera es para cualquier persona. Igual que algunos instructures nos caen bien, y otros no los podemos aguantar. Una vez que uno encuentra lo que le viene bien, no se puede ignorar.
12. Participar en eventos a grande o pequeña escala. Osea: siempre tener algo que hacer. Cuando uno se va metiendo en una volá, todos sabemos que ya los eventos empiezan a llegarte solos. Y como ser humano que esencialmente no puede quedarse quieto, agradezco esto profundamente. Desde que el boom del Yoga está pegando cada vez más fuerte en Chile, van surgiendo un montón de festivales, eventos, jams, etc. al punto en que ya hay que pasar por la terrible tarea de elegir a qué ir y qué dejar de lado. Hace tres semanas, Vivo Yoga en el GAM, junto con la jornada de Salud consciente al otro extremo de Santiago. Hace dos, el Encuentro Abierto en el Cultural Las Condes. Y ahora un jam de acroyoga en Plaza Ñuñoa, y así. No se para nunca!
...Y podría seguir infinitamente con la lista. Pero creo que queda más que claro lo que quiero decir: razones sobran. Si yo ya pude escribir más de diez, imagínense qué pueden descubrir ustedes por su lado!
Namasté, cabros lindos. Namasté y Amor para todos.
Para más fotos mías haciendo cosas yóguicas: pase a mirar el Instagram y si le gusta, vuelva.
8. Siempre hay más! Después de un tiempo, empecé a cuestionarme si había algo más allá del Hatha o de la práctica de cualquier estilo así como la conocía... y resulta que No. Me enteré que el segundo semestre empezaban a admitir a quienes "estuvieran listos" (se la pudieran? cumplieran un ciclo? estuvieran más cerca del Nirvana...?) a las clases de nivel II. Que ya es hablar palabras mayores porque es parte del curso de instructor... y digamos, harto más exigente que el nivel uno así nomás. El Shanti Mantra se recita completo, por ejemplo, y las clases duran dos horas y cuarto en vez de una y media. Y las posturas se sostienen lo que parece una eternidad (mientras el profe cuenta una historia sobre la misma, por ejemplo). No sólo se siente uno realizado, si no que se da cuenta de que existe un nuevo nivel de compromiso y algo nuevo que conquistar.
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"Dejar la TIerra y empezar a volar" Base: Luchito Aguirre |
10. Te potencia en otras disciplinas. Como mejora la conciencia corporal, la elongación, el equilibrio y una serie de cosas... en mi caso, siendo adicta a la gimnasia aeróbica, el aerobox y el crossfit (cuando podía y tenía tiempo), yoga me mantenía los músculos elásticos, sabía cómo tratar mi cuerpo sin sobreexigirlo, y lo mejor: me balanceaba la agresividad latente con la que uno queda después, con su cuota de calma y relajación. Además de sacarme los nudos, porque pucha que es exigente la profe de gimnasia.
11. Se vuelve adictivo. Y no, es en serio. Desde la primera sesión (a la que fui completamente a la vida) mi cuerpo y mi mente gritaban más más más! No podía esperar a la siguiente clase. Me dejaba tan bien por dentro y por fuera, que es imposible dejarlo cuando uno ya encontró su estudio. -OJO: como ya mencioné, exusten un montón de escuelas/studios y no cualquiera es para cualquier persona. Igual que algunos instructures nos caen bien, y otros no los podemos aguantar. Una vez que uno encuentra lo que le viene bien, no se puede ignorar.
12. Participar en eventos a grande o pequeña escala. Osea: siempre tener algo que hacer. Cuando uno se va metiendo en una volá, todos sabemos que ya los eventos empiezan a llegarte solos. Y como ser humano que esencialmente no puede quedarse quieto, agradezco esto profundamente. Desde que el boom del Yoga está pegando cada vez más fuerte en Chile, van surgiendo un montón de festivales, eventos, jams, etc. al punto en que ya hay que pasar por la terrible tarea de elegir a qué ir y qué dejar de lado. Hace tres semanas, Vivo Yoga en el GAM, junto con la jornada de Salud consciente al otro extremo de Santiago. Hace dos, el Encuentro Abierto en el Cultural Las Condes. Y ahora un jam de acroyoga en Plaza Ñuñoa, y así. No se para nunca!
...Y podría seguir infinitamente con la lista. Pero creo que queda más que claro lo que quiero decir: razones sobran. Si yo ya pude escribir más de diez, imagínense qué pueden descubrir ustedes por su lado!
Namasté, cabros lindos. Namasté y Amor para todos.
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Para más fotos mías haciendo cosas yóguicas: pase a mirar el Instagram y si le gusta, vuelva.
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