lunes, 3 de agosto de 2015

Lo que aprendí trabajando en el cine

I made this.
Disclaimer: Ésto había sido concebido para formar parte de una serie de posts, pero como perdí el tracking y tuve que renunciar poco después... ya no fue. A menos que me acuerde si hay algo notable que publicar más adelante.

Ya había tenido un trabajo "serio" antes. A los dieciséis años, como promotora de productos de supermercado y remuneraban por hora (atroz para las que éramos menores de edad y no cachábamos de platas y cuentas, y para ese entonces era casi abusivo el horario y las normas, pero no diré más).

Tiré currículum en cierto cine de por acá, y a los días después me llamaron a entrevista.
Éramos hartos jóvenes, algunos todavía ni salían del colegio y las edades iban de los diecisiete hasta pasados los veinte. Pasamos todos juntos a entrevista grupal, el espacio era amplio (la parte vi-ai-pí del local) y las preguntas bien generales; edad, estudios, experiencia, etc. Me sentí vieja y alumbrada tratando de acordarme de todo lo que había hecho para juntar lucas cada verano, y estando en el grupo de los veintisiempre... en fin.
Porque mi idea en un principio era hacerme con los pesos suficientes para irme de vacaciones con Ex a Elqui, y lo que sobrara (si es que), dejarlo para el año, que la carrera es cara y quiero renovar clóset de invierno. ...Quería.

Cuento corto: Fui vuelta a llamar a la semana para ir a firmar contrato, y entraba a trabajar el mismo día, así nomás, porque es verano y necesitan gente.
...Aquí, algunas cosas que aprendí de primera mano y como parte de los engranajes que hacen que la cosa funcione:

El cine es un organismo extremadamente complejo, más de lo que uno como cliente se pudiera imaginar: a nivel funcional, es como un organismo vivo. Las caras visibles (si es que alcanzamos a verlas todas) en un día común son apenas una fracción mínima de la gente que está trabajando ahí. Y sí, todos nos movemos todo el día, porque el cine no para desde las 9 de la mañana hasta la 1:30, o incluso las 3, si es fin de semana.
A nivel estructural pasa lo mismo. es un laberinto de pasillos, salas, escaleras y puertas con crecimiento vertical y horizontal. La primera vez que me mostraron cómo llegar al túnel de proyección, quedé loca. Llegar allá ya tiene su recorrido, pero entrar, y caminar por este pasadizo suspendido en continuo sobre toda la estructura total del cine, no tiene precio. Y asomarse a la ventana y ver desde arriba la sala, es como surealista. Eso sí, es súper helado y oscuro, por un tema de mantenimiento de los equipos. Y hacia abajo, lo mismo: escaleras, puertas, candados, etc. pasando por bodegas, baños de personal, y una larga lista de puertas que todavía ni sé qué tienen del otro lado.

La elaboración del Pop Corn es uno de los procesos más higiénicos que existen. Básicamente, es maíz curagua reventado en aceite con una porción importante de azúcar (o sal). La máquina en sí es una ollita con una tapa, suspendida dentro de esta caja de acrílico donde van cayendo las cabritas a medida que revientan. La máquina pasa todo el día funcionando, por lo que (a diferencia de la creencia popular) el pop siempre está fresco, y un sistema de extractores de aire lo mantienen seco y calentito (otro mito más de que se "enfría" si no está recién hecho). Punto aparte es que las máquinas son limpiadas, desinfectadas, vaciadas y lavadas a diario, además del consecuente proceso de limpieza tras cada carga de maíz. Para que se sepa nomás.

Los proyeccionistas son una especie en extinción.
Tradicionalmente, cuando los equipos se manejaban de forma manual y las películas venían en tambores de cintas fotográficas, había un personaje encargado de sacarla, montarla en el equipo, coordinar película-sonidos-subtítulos y pasar la proyección para disfrute del público. Actulmente y en esta era digital shúper moderna todo eso ya viene casi listo. Igual me da risa la gente que cuando algo falla (que siempre va a pasar) instintivamente se da vuelta y hace gestos a una ventana vacía al final de la sala. Eventualmente aparecerá alguien que resuelva el problema, pero eso no va a pasar si no lo llaman y no se da aviso del problema. Por lo que las funciones actuales de los proyeccionistas de hoy, aunque igualmente notables e importantes, no van mucho por el lado de estar eternamente sentado al lado de una máquina rudimentaria que hace girar la cinta y tira una luz a través de la ventanita.

Sí, tenemos derecho a ver películas. Pocas, y semanalmente, pero en efecto como parte de los trabajadores de la empresa, nos dan pases liberados para ver lo que sea que esté en cartelera cuando estemos fuera de turno. Fantástico, ¿cierto?

Sí, hay salas con servicio de garzón y butacas reclinables y todo parafernalia: es como la primera clase del cine. Yo no tenía idea... hasta que para allá me mandaron. Y en verdad que es otra cosa, lo mismo que sale en el flyer y mejor todavía. Pero como no sé qué tanto puedo hablar sin comprometer a nadie... hasta aquí nomás lo dejo.

La verdad es que aprendí harto más, pero el post se hace ridículamente largo y como dije, es que no sé si me llegan a pillar. Ji. Pero por ahora le tiro puras flores, que hasta ahora lo pasé re bien. El ambiente... el ambiente es lo mejor.
Eso por hoy.

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